Pollença 1990 – Joven emprendedora, impulsora del proyecto y directora del centro Be Happy Yoga Mallorca.
A los 13 años, empecé en el instituto la educación secundaria, como pasa a muchos adolescentes, el salto de la escuela al instituto fue un cambio muy significativo. En pleno desarrollo de la adolescencia, las exigencias con los estudios empezaban a ser muy fuertes, me pasaba muchas horas sentada haciendo deberes y estudiando. Empezaba a tener problemas para concentrarme, molestias en la espalda, aumento de peso…
Pasados dos años, las molestias en la espalda se convirtieron en grandes dolores y bajo la recomendación de un traumatólogo, a los 15 años empecé clases de yoga en Mallorca.
Al principio el yoga para mi era como una “obligación”, las clases me parecían más bien aburridas, todo eran personas adultas, se me hacía muy largo estar una hora sin hablar, haciendo estiramientos y posturas que me resultaban un tanto raras y complicadas, debido a la mala condición física en la cual me encontraba. Además, desconocía totalmente lo que era el yoga y los beneficios que me podía aportar.
«A los 15 años empecé clases de yoga»
Con el tiempo, noté una mejora significativa en mi cuerpo, sin darme cuenta las posturas se hacían cada vez más llevaderas, salían de una forma muy natural, casi sin esfuerzo alguno.
Hubo un incremento muy significativo en mis resultados académicos, hecho que atribuí más a una coincidencia que no a la práctica del yoga.
Por la noches, descansaba profundamente y por las mañanas me levantaba sin molestias en la espalda, muy energética, mi cansancio había desaparecido. Parecía que pasado un año todo fluía de otra manera. Aún así, la única mejora que relacioné con las clases fue la desaparición de los dolores de espalda y además, seguía considerando que la práctica era un tanto aburrida.
Cuando empecé mis estudios universitarios de Educación Primaria, abandoné las clases y el resultado fue muy negativo. Empecé de nuevo con los dolores de espalda, insomnio, dolores de cabeza, mal humor, me costaba mucho centrarme, estudiar…no entendía muy bien porque me sentía emocional y físicamente tan mal.
Mi cuerpo me reclamaba atención de nuevo, y poniendo consciencia sobre ello, me di cuenta de que esa disciplina me aportaba algo más allá de un bienestar físico considerable. Empecé a practicar algunos de los ejercicios en casa, empecé a investigar y encontré que había diferentes estilos, que los beneficios eran muchos y que la consciencia sobre estos era muy importante, empecé a descubrir toda una filosofía… un nuevo mundo. Se me hacía raro el hecho de haber estado muchos años practicando y no saber lo que realmente era. A partir de aquí todo fue motivación, curiosidad y ganas de practicar.
Dos años después, me concedieron una beca Erasmus y cursé todo un cuatrimestre de mis estudios universitarios en Suecia. Allí descubrí distintos estilos de yoga, todo tipo de metodologías innovadoras y tuve la oportunidad de tomar parte en unos de los sistemas educativos más bien estructurados.
A la vuelta, empecé las prácticas universitarias en una escuela de Mallorca, al entrar en el sistema educativo, me llevé una gran decepción, todo lo que habíamos estudiado sobre una enseñanza dinámica, innovadora… parecía estar años luz en la escuela donde yo realizaba mis prácticas. Me encontré con la realidad inesperada: muchos niños diagnosticados con TDHA, problemas de insomnio, problemas respiratorios, asma, sobrepeso, alergias, problemas graves de concentración, baja autoestima…
«India ha sido sin duda la mejor experiencia de mi vida»
Con todo esto y que la curiosidad sobre el yoga iba in crescendo, mi inspiración empezó a brotar y empecé a contemplar la opción de fusionar lo que hasta ese momento había sido mi sueño (ser maestra) con el yoga. Durante el último año de carrera, pensé hacer el proyecto final de yoga para niños. Aunque quería aprender más, el yoga abarcaba tantos niveles y era un concepto tan amplio que necesitaba estudiarlo profundamente.
Donde podía estudiar esta disciplina para formarme como profesora?
Mi búsqueda me llevó a Rishiskesh, capital mundial del Yoga. Al principió fue una decisión muy difícil, viajar sola a India con 24 años sin saber muy bien que me depararía en ese viaje… pero había algo dentro de mi que pedía armarse de valor y hacer el viaje.
India…sin duda la mejor experiencia de mi vida. Allí es donde el yoga se convirtió en la pasión de mi vida…
A partir de aquí, viajo siempre que puedo para hacer cursos, participar en eventos, retiros, conferencias…me apasiona aprender, viajar y sobretodo poder compartirlo con los demás…
NAMASTE